texto Maria Isabel Chandia | fotos Sebastián Vivallo Oñate
Parecía un sueño para la ecología: una bolsa que se disolviera en agua y no contaminará. Pero ya es una realidad y fue creada por emprendedores chilenos, socios de SoluBag. Y la invención le da un respiro al planeta.
Los innovadores son Roberto y Alejandro, quienes se conocen hace 25 años, y fueron compañeros en la Universidad San Sebastián. Ahí pertenecieron a la organización de emprendimiento Zeus, donde realizaron varios emprendimientos con los que ganaron recursos y mucha experiencia.
Hace cuatro les surgió la idea de algún emprendimiento y comenzaron en el mercado del detergente. Roberto, que tiene doce años de experiencia en la industria del plástico, comenzó a investigar para crear una cápsula de detergente. Hicieron miles de pruebas hasta que dieron con el material exacto, logrando que el film se disolviera al contacto con el agua. Por un tiempo lo dejaron congelado y decidieron abocarse a la creación de la bolsa plástica, cuyo material de fabricación, se degradara al contacto con el agua.
“Cuando uno está en el mundo de los emprendimientos, es difícil dejarlo y aunque uno tenga obligaciones, porque hay que subsistir en la vida, de todas maneras continuamos innovando”, aclara Alejandro Castro, Director de SoluBag.
En esta etapa aparecen dos nuevos socios: Cristián Olivares, cuñado de Roberto y Salvador Matte, socio capitalista, que le permitió a Roberto visitar China, donde había estado antes, haciendo pruebas del producto. Se iniciaron las conversaciones con un gran fabricante de plástico en China, los esfuerzos mancomunados lograron frutos y se logró un material que funciona y que permite obtener bolsas de plástico film con terminación de producto listo para el consumo.
Desde ahí se trabajó entonces en la presentación de las patentes de invención, con los materiales elaborados, lo que concluyó con una presentación en la oficina de patentes de la República Popular de China.
Roberto Astete, afirma que “el material de la bolsa es un plástico que todos conocen y que está presente en todos lados. Nosotros no lo inventamos, lo que hicimos fue modificar la fórmula, agregando otros componentes, formando el pellet que hace una burbuja que termina siendo la bolsa”. Y agrega: “Cuando todo el mundo dice que ese material existe hace mucho tiempo es verdad, pero con esta nueva fórmula permite que material se utilice en la mismas máquinas en el que hoy se hacen las bolsas plásticas sin tener que cambiar la maquinaria”.
Cuando el material ya estaba listo, tenían que comenzar a comercializarlo y el primer comprador fue Patricio Cabezas, Gerente General de United Corporation Plastic, quien más tarde se convirtió en el quinto socio de SoluBag.
Aunque los oriundos de Concepción confiesan que el camino para llegar donde están hoy no fue nada de fácil, fueron cuatro años de trabajo duro, sacrificando tiempo y familia, golpeando puertas en busca de un socio capitalista y donde dejaron sus trabajos formales para sacar adelante su emprendimiento.
“Fueron cuatros años ajustados, donde toda la plata para solventar el proyecto salían de nuestros bolsillos, era tal el nivel de ajuste que he repactado hasta las mandas”, afirma Roberto Astete, el cerebro tras la bolsa plástica soluble y no contaminante.
Con este invento se hicieron acreedores del premio SingularityU Chile Summit 2018, que en unas semanas llevará a los socios de SoluBag, la empresa creadora de este importante emprendimiento, a realizar una pasantía en Silicon Valley durante 10 semanas, donde planean desarrollar el negocio para el mercado estadounidense y de forma global.